Inicio » Content » Octava de la Natividad del Señor. SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

San Ireneo de Lyon (+ hacia 202): María Virgen, Madre de Dios[1]

“La expresión de Isaías: ‘Sea en lo profundo, sea en lo alto’ (Is 7,11), quiere significar que ‘el que descendía era el mismo que ascendía’ (Ef 4,10). Y en lo que dice: ‘El Señor mismo les dará un signo’ (Is 7,14), representó lo que era inesperado de esta concepción, la cual no habría sucedido si el Señor Dios de todas las cosas, Dios mismo, no hubiese dado un signo a la casa de David. ¿Pues qué hay de grande, o qué signo puede ser el que una joven conciba de un varón y dé a luz, cosa que sucede a todas las mujeres que paren? Pero como la salvación de los hombres empezaría a hacerse de manera admirable, con el auxilio divino, por eso el parto de la Virgen fue admirable, dando Dios este signo, sin que el hombre interviniese en la obra” (Adv. Haer III,21,6).

“El profeta Daniel, previendo su venida, dice que vino a este mundo como ‘piedra cortada sin manos de hombre’ (Dn 2,34.45). Esto es lo que significaba ‘sin manos’, que sin la obra de manos humanas, esto es, de los hombres que suelen cortar las piedras, habría de venir a este mundo; o sea sin la intervención de José, sino solamente por la cooperante disposición de María. Pues esta piedra de la tierra está formada por el poder y el arte de Dios. Por eso mismo dice Isaías: ‘Esto dice el Señor: Yo envío como fundamento de Sion una piedra preciosa, elegida, piedra de ángulo, llena de honor’ (Is 28,16), para que entendiésemos que su venida en cuanto hombre no proviene de la voluntad de varón, sino de la voluntad de Dios” (Adv. Haer. III,21,7).

“Él recapituló en sí su antiguo plasma. Porque ‘como por la desobediencia de un hombre el pecado entró en el mundo, y por el pecado la muerte’ tuvo poder (Rm 5,12.19), ‘así por la obediencia de un hombre’ la justicia ha sido restablecida para fructificar en vida para los hombres que en otro tiempo habían muerto. Y así como aquel primer Adán fue plasmado de una tierra no trabajada y aún virgen -’porque aún Dios no había hecho llover y el hombre aún no había trabajado la tierra’ (Gn 2,5)- sino que fue modelado por la mano de Dios (Sal 119 [118],73; Jb 10,8), o sea por el Verbo de Dios -ya que ‘todo fue hecho por él’ (Jn 1,3) y ‘el Señor tomó barro de la tierra y plasmó al hombre’ (Gn 2,7)- así, para recapitular a Adán en sí mismo, el mismo Verbo existente recibió justamente de María la que aún era Virgen, el origen de lo que había de recapitular a Adán. Si pues el primer Adán (1 Co 15,45) hubiese tenido un hombre como padre y hubiese sido concebido del esperma de varón, justamente se diría que el segundo Adán (1 Co 15,47) habría sido engendrado de José. Pero si aquél fue tomado de la tierra, y plasmado por el Verbo de Dios, era conveniente que el mismo Verbo, que había de realizar en sí mismo la recapitulación de Adán, tuviese un origen en todo semejante. Pero entonces, se me dirá, ¿por qué Dios no tomó barro sino realizó de María la criatura que había de nacer? Para que no fuese hecha ninguna otra criatura diversa de aquélla, ni otra criatura que aquella que había de ser salvada, sino la misma que debía ser recapitulada, salvando la semejanza” (Adv. Haer. III,21,10).

“Encontramos obediente a María la Virgen, cuando dice: ‘He aquí tu sierva, Señor: hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1,38); a Eva en cambio indócil, pues desobedeció siendo aún virgen. Porque como aquélla, tuvo un marido, Adán, pero aún era virgen -pues ‘estaban ambos desnudos’ en el paraíso ‘pero no sentían vergüenza’ (Gn 2, 25), porque apenas creados no conocían la procreación; pues convenía que primero se desarrollasen antes de multiplicarse (Gn 1,28)-, habiendo desobedecido, se hizo causa de muerte para sí y para toda la humanidad; así también María, teniendo a un varón como marido pero siendo virgen como aquélla, habiendo obedecido se hizo causa de salvación para sí misma y para toda la humanidad (Hb 5,9). Y por eso la Ley llama desposada con un hombre, aunque sea aún virgen, a la mujer desposada (Dt 22,23-24), significando la recirculación que hay de María a Eva, porque no se desataría de otro modo lo que está atado, sino siguiendo el modo inverso de la atadura, de modo que primero se desaten los primeros nudos, luego los segundos, los cuales a su vez liberan los primeros. Así el primer nudo es desatado después del segundo, y así el segundo desata el primero.

Por eso el Señor decía que los primeros serán últimos y los últimos serán primeros (Mt 19,30; 20,16). Y lo mismo significa el profeta al decir: ‘En lugar de tus padres tendrás hijos’ (Sal 45 [44],17). Porque el Señor, al hacerse Primogénito de los muertos (Col 1,18) recibió en su seno a los antiguos padres para regenerarlos para la vida de Dios, siendo Él el principio de los vivientes (Col 1,18), pues Adán había sido el principio de los muertos. Por eso Lucas puso al Señor al inicio de la genealogía para remontarse hasta Adán (Lc 3,23-38), para significar que no fueron aquéllos quienes regeneraron a Jesús en el Evangelio de la vida, sino éste a aquéllos. Así también el nudo de la desobediencia de Eva se desató por la obediencia de María; pues lo que la virgen Eva ató por su incredulidad, la Virgen María lo desató por su fe” (Adv. Haer. III,22,4).

“Manifiestamente, el Señor vino a lo que era suyo, y llevó sobre sí la propia creación que sobre sí lo lleva, y recapituló por la obediencia en el árbol de la cruz la desobediencia en el árbol; fue disuelta la seducción por la cual había sido mal seducida la virgen Eva destinada a su marido, por la verdad en la cual fue bien evangelizada por el ángel la Virgen María ya desposada: así como aquélla fue seducida por la palabra del ángel para que huyese de Dios prevaricando de su palabra, así ésta por la palabra del ángel fue evangelizada para que portase a Dios por la obediencia a su palabra, a fin de que la Virgen María fuese abogada de la virgen Eva; y para que, así como el género humano había sido atado a la muerte por una virgen, así también fuese desatado de ella por la Virgen, y que la desobediencia de una virgen fuese compensada por la obediencia de otra virgen; si pues el pecado de la primera criatura fue enmendado por el recto proceder del Primogénito, y si la sagacidad de la serpiente fue vencida por la simplicidad de la paloma (Mt 10,16), entonces están desatados los lazos por los que estábamos ligados a la muerte” (Adv. Haer. V,19,1).

 


[1] Textos tomados de su obra: Contra los herejes (Adversus Haereses [= Adv. Haer.]); trad. de Carlos Ignacio González, sj (https://mercaba.org/TESORO/IRENEO/00_Sumario.htm).